Un nuevo conflicto vecinal empieza a afectar a cada vez más gente: los ruidos de los ‘streamers’ en plena madrugada. Gritos, bromas telefónicas y música a todo trapo. «A mí me han vuelto loco»
Viernes, dos la madrugada. Suena el móvil. «¿Sí?». «Hola, ¿vendes CBD [marihuana sin componentes psicoactivos]? Es que me estaba haciendo una tortilla francesa y quería echarle un poquito. ¿Tienes?». Silencio. «¿Tienes?», insiste la voz. «¿Quién eres? Estaba durmiendo», responden al otro lado con evidente tono de cabreo. Quien llama es una veinteañera, exconcursante de uno de los ‘realities’ más populares de televisión ahora reconvertida a ‘streamer’ de Twitch y a la que le encanta gastar bromas telefónicas a desconocidos mientras suena música a todo trapo. De madrugada.
Es su forma de ganar seguidores, aunque eso no es lo más problemático. Al filo de las tres se oyen unos fuertes golpes en pleno directo. «¡Es el vecino! Debe estar picando con la escoba, ja, ja, ja». Efectivamente, es el vecino. Pero no era una escoba, eran sus puños aporreando el suelo: lleva casi un año sin dormir por su culpa y ya no aguanta más.
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