En 1953, mientras Ian Fleming desarrollaba un nuevo personaje de espía para su novela, quería un nombre sencillo y corriente que contrastara con las extraordinarias aventuras de su protagonista. Mientras buscaba inspiración en su biblioteca, se topó con un libro titulado «Las aves de las Indias Occidentales» de James Bond, un ornitólogo estadounidense y ávido observador de aves.
Fleming encontró que el nombre encajaba perfectamente con su agente secreto: un nombre sencillo y sin pretensiones que haría que las atrevidas aventuras de su personaje fueran aún más notables. Así, el verdadero James Bond se convirtió sin querer en el homónimo de uno de los personajes más emblemáticos de la historia literaria y cinematográfica.
James Bond, el ornitólogo, era famoso por su amplio conocimiento de las especies de aves del Caribe. Su libro, “Las aves de las Indias Occidentales”, sigue siendo una guía esencial para los observadores de aves incluso hoy en día. La contribución de Bond a la ornitología, especialmente su investigación detallada sobre especies de aves en el Caribe, lo convirtió en una figura respetada en su campo. A pesar de su vida tranquila y erudita, siempre estaría conectado con el mundo ficticio del espionaje, aunque personalmente tenía poco interés en la fama que conllevaba.
Bond está enterrado en el cementerio de la Iglesia de Cristo en Lower Gwynedd Township, condado de Montgomery, Pensilvania. Su tumba sirve como un silencioso recordatorio del verdadero hombre detrás del famoso nombre. Si bien el James Bond de Fleming se convirtió en un fenómeno global, el legado del James Bond original sigue vivo en el mundo de la ornitología, donde su trabajo continúa inspirando a observadores de aves e investigadores por igual.
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