El desierto del Sáhara es uno de lugares más áridos del planeta. Pero ahora sus mares de arena se han convertido en mares de agua y su eterno color marrón ha pasada a ser un vivaz verde. Todo por culpa de los dos días de lluvias torrenciales que se sucedieron en Marruecos en el mes de septiembre.
La NASA ha desvelado varias imágenes de la transformación del desierto que dejan con la boca abierta. Desde el espacio se puede observar que las manchas que habían aparecido en el Sáhara son en realidad pequeños lagos surgidos por la acumulación de agua tras las abundantes precipitaciones.
Otro efecto más de las inusuales lluvias es la resurrección dellago Iriqui, entre Zagora y Tata. Este deposito de agua estaba seco desde hace 50 años y ahora está lleno de agua. «Hacía entre 30 y 50 años que no habíamos tenido tanta lluvia en tan poco tiempo», ha explicado Houssine Youabeb, un funcionario de la agencia meteorológica de Marruecos a AP.
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