El pasado 25 de noviembre de 2025, los investigadores Samrat S. Mondal, Natalia L. Komarova y Dominik Wodarz presentaron un modelo de longevidad que sorprendió al mundo y replantea los límites biológicos del ser humano. Su estudio propone que la vida podría extenderse mucho más de lo que creemos, revelando cuellos de botella celulares que determinan nuestro verdadero límite existencial.
El modelo biológico que duplica la expectativa máxima de vida humana

La nueva investigación sobre longevidad parte de una distinción fundamental entre los tejidos que pueden dividirse continuamente y los que no. Los científicos explican que órganos como el hígado, la piel y el intestino poseen células capaces de renovarse indefinidamente. Esta capacidad teórica de regeneración significa que estos tejidos podrían mantenerse funcionales durante cientos, incluso miles de años, siempre que las condiciones sean ideales y no sufran daños acelerados por factores externos.
El modelo pone el foco en las células postmitóticas, aquellas que no se dividen. Aquí se encuentran neuronas y células musculares cardíacas, que acompañan al individuo durante toda su vida sin reemplazo natural. Estas células acumulan mutaciones somáticas en su ADN con el paso del tiempo, un proceso lento pero inevitable. Estas mutaciones no pueden eliminarse mediante recambio celular, por lo que se vuelven progresivamente más dañinas hasta afectar funciones esenciales del organismo.

A partir de estas observaciones, el modelo proyecta que la longevidad realista del ser humano podría situarse entre 134 y 170 años. Esto casi duplica la máxima registrada en la historia, de 122 años, y sugiere que la biología humana posee un margen mayor del que se pensaba. Según los cálculos, si no existiera el efecto acumulativo de las mutaciones en tejidos no renovables, la longevidad humana alcanzaría aproximadamente 430 años. Aunque esta cifra no refleja la realidad actual, sí marca los límites teóricos que imponen los mecanismos celulares internos bajo condiciones ideales.
Las mutaciones somáticas como barrera definitiva para alcanzar los 430 años

El estudio, presentado como el preprint “Somatic mutations impose an entropic upper bound on human lifespan” (2025), plantea que el envejecimiento humano está determinado por la acumulación de mutaciones somáticas en células irreemplazables. Estas mutaciones no siempre se deben a factores externos, sino que pueden surgir espontáneamente como resultado natural del funcionamiento celular. Con el paso del tiempo, este daño se acumula en genes críticos para la reparación del ADN, la regulación metabólica y la supervivencia celular.
A diferencia de tejidos que se regeneran constantemente, las células postmitóticas funcionan como depósitos permanentes del daño acumulado. Una vez que alcanzan un umbral crítico de mutaciones, comienzan a fallar procesos esenciales, lo que provoca un deterioro sistémico que ya no puede revertirse. Este fenómeno explica por qué el envejecimiento parece acelerarse con la edad: no se trata solo de desgaste, sino de un incremento progresivo del error genético interno.
Con base en estas tasas de mutación, los investigadores calcularon un límite biológico realista cercano a los 169 años solo para el cerebro, cuyo funcionamiento depende de neuronas que no se reemplazan. Este valor coincide con la proyección general de longevidad del modelo, que establece un rango entre 134 y 170 años como límite alcanzable sin intervenciones disruptivas.

El estudio también resalta que, en ausencia total de mutaciones somáticas, los tejidos proliferativos podrían sostenerse durante milenios. Sin embargo, las células no renovables imponen un límite rígido, convirtiéndose en el verdadero freno para cualquier aspiración de vida extrema. Aunque tecnologías futuras podrían modificar estos procesos, por ahora las mutaciones somáticas representan la frontera biológica del envejecimiento humano.
El nuevo modelo de longevidad redefine los límites biológicos humanos y sugiere que podríamos vivir mucho más de lo que hoy es posible. Sin embargo, las mutaciones somáticas en células que no se regeneran siguen imponiendo un límite irreversible. Estos procesos internos continúan siendo el principal factor que determina la duración máxima de la vida humana.
Referencia:
- bioRxiv/Somatic mutations impose an entropic upper bound on human lifespan. Link
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