Según se desprende del escrito de conformidad, el condenado alquiló un piso en Santander para dos días. «Con ánimo de violentar la intimidad ajena, colocó artificios técnicos en el baño y uno de los dormitorios del piso”, con los que «logró grabar sin consentimiento a las cuatro inquilinas en diferentes horas, tanto en el baño como en una de las habitaciones». Las cámaras tomaron hasta 26 vídeos de escenas íntimas.
Posteriormente, sin autorización de las perjudicadas, entró en el piso de madrugada y se escondió en el interior de una habitación del inmueble que estaba excluida del contrato de alquiler, con el fin de recoger las cámaras que había colocado. Sin embargo, las mujeres lo pillaron con las manos en la masa y denunciaron los hechos ante la Justicia.
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