El reino animal está lleno de misterios evolutivos, pero pocos son tan intrigantes como el fenómeno donde muchos animales se están “convirtiendo” en cangrejos. Esta tendencia es tan común que los científicos le han dado su propio nombre: la carcinización.
Se refiere al proceso por el cual diversas especies animales, a lo largo de millones de años, han adoptado características similares a las de los cangrejos. Aunque suene extraño, varios animales han “evolucionado” hacia formas similares a los cangrejos, lo que plantea una pregunta interesante: ¿podrían los humanos algún día seguir ese mismo camino evolutivo?
¿Por qué tantos animales evolucionan hacia ser cangrejos?
El término carcinización se refiere a un tipo de evolución convergente, un fenómeno por el cual especies no relacionadas desarrollan características similares debido a la adaptación a entornos similares. En el caso de los cangrejos, se ha observado que al menos cinco grupos diferentes de animales, que no son verdaderos cangrejos, han adoptado una morfología similar a la de estos crustáceos para adaptarse a sus ambientes marinos o cercanos al mar.
Un ejemplo famoso es el cangrejo cocotero, que es conocido por su gran tamaño (hasta tres pies de diámetro) y su habilidad para abrir cocos, aunque en realidad no es un cangrejo verdadero.
El verdadero cangrejo, miembro del género Decapoda, ha existido durante unos 300 millones de años, desde antes de los dinosaurios. En este largo periodo, otros animales, como ciertos tipos de crustáceos, han imitado sus características. La carcinización incluye la pérdida de la cola funcional, un cuerpo redondeado y aplanado, y múltiples patas segmentadas.
La evolución convergente
Aunque los humanos no pueden convertirse en cangrejos, el concepto de evolución convergente es fascinante y se ha observado en muchos casos. Un ejemplo asombroso es el desarrollo del ojo. Tanto los humanos como los calamares, animales sin relación cercana, han desarrollado ojos con estructuras muy similares, aunque sus líneas evolutivas se separaron hace cientos de millones de años. Ambos poseen mecanismos complejos de visión, como un cristalino que enfoca la luz y una pupila que regula la cantidad de luz que entra en el ojo.
Otro ejemplo de convergencia evolutiva es la carcinización misma. Ser un animal plano y con un cuerpo cubierto de un caparazón protector ha demostrado ser ventajoso para protegerse de los depredadores, especialmente al poder esconderse bajo rocas o refugios naturales.
Sin embargo, esta forma corporal tiene desventajas: los cangrejos han perdido la habilidad de moverse rápidamente, algo que sí pueden hacer sus parientes cercanos, como las langostas, que pueden «saltarse» el peligro doblando su cuerpo casi en dos.
La carcinización plantea una pregunta intrigante: ¿qué impulsa este proceso? Wolfe y sus colegas están investigando los caminos genéticos involucrados para comprender mejor por qué ciertos animales han adoptado estas características con el tiempo. Una teoría es que esta forma corporal proporciona ventajas evolutivas específicas en entornos marinos, como mayor protección y la capacidad de adaptarse a diferentes hábitats.
Los humanos también están evolucionando
Aunque los humanos no pueden evolucionar hacia formas similares a los cangrejos, eso no significa que no estemos evolucionando. Un ejemplo interesante de la evolución humana moderna se observa en los descendientes de personas que habitan el altiplano tibetano desde hace más de 10,000 años.
Estas personas han desarrollado adaptaciones que les permiten vivir a altitudes superiores a los 3,500 metros sin sufrir hipoxia (falta de oxígeno en los tejidos del cuerpo). Su sangre es más eficiente en el transporte de oxígeno, y tienen corazones más grandes que la mayoría de las personas, lo que les permite bombear sangre de manera más eficiente.
Este tipo de evolución demuestra que, dado suficiente tiempo, los humanos pueden y seguirán adaptándose a diferentes condiciones ambientales. Sin embargo, no hay señales de que los humanos puedan evolucionar hacia una forma de cangrejo en el futuro. Como explica Wolfe, «nuestro cuerpo simplemente no está diseñado para hacerlo».
¿Podrían los humanos evolucionar en cangrejos?
La idea de que los humanos podrían evolucionar hacia formas similares a los cangrejos ha sido objeto de especulación, e incluso de algunas bromas populares. Pero la ciencia dice otra cosa. Según Joanna Wolfe, bióloga evolutiva de la Universidad de Harvard y experta en carcinización, la evolución humana sigue un camino muy distinto al de los cangrejos. En primer lugar, los humanos no tienen el tipo de cuerpo segmentado y articulado que permitiría desarrollar la estructura típica de un cangrejo.
Los cangrejos y otros artrópodos crecen mediante la muda de su exoesqueleto, un proceso que involucra deshacerse de todo su «caparazón» externo, incluidos los ojos y partes del intestino, algo que los humanos simplemente no pueden hacer.
Además, desde una perspectiva genética, es prácticamente imposible que los humanos desarrollen las mismas características estructurales que los cangrejos. El ancestro común más reciente entre los humanos y los cangrejos era probablemente un animal parecido a un gusano, llamado bilaterio, que vivió hace cientos de millones de años. Desde entonces, tanto los vertebrados como los invertebrados han evolucionado por caminos muy diferentes.
La carcinización es un fascinante fenómeno de la evolución convergente que ha dado lugar a animales con características similares a los cangrejos a lo largo de millones de años. Aunque algunos animales han seguido este camino evolutivo, los humanos no estamos destinados a convertirnos en cangrejos. Sin embargo, seguimos evolucionando de maneras sorprendentes, adaptándonos a nuestro entorno y demostrando que la evolución es un proceso continuo y dinámico.
Referencia:
- BioEssays/How to become a crab: Phenotypic constraints on a recurring body plan. Link.
- PNAS/Higher oxygen content and transport characterize high-altitude ethnic Tibetan women with the highest lifetime reproductive success. Link.
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