Imaginar la Antártida como un desierto helado es la norma, pero un reciente descubrimiento desafía esta percepción. Científicos de Alemania y el Reino Unido han encontrado, por primera vez, ámbar en la Antártida Occidental. Este material, conocido como la “sangre” fosilizada de antiguos árboles coníferos, ofrece pruebas contundentes de que, hace entre 83 y 92 millones de años, este continente helado albergaba una selva tropical pantanosa.
Este hallazgo marca un punto de inflexión en la comprensión del pasado climático de la Tierra, revelando un ecosistema similar a los actuales bosques templados de Nueva Zelanda y la Patagonia, un entorno que prosperaba cerca del Polo Sur.
Un bosque tropical en la Antártida en la era de los dinosaurios
El ámbar descubierto se originó a partir de la resina de árboles coníferos que habrían florecido en la Antártida durante el período Cretácico, una de las épocas más cálidas en la historia de la Tierra. Este período fue testigo de la existencia de un clima húmedo y cálido que permitía el desarrollo de densos bosques, incluso en regiones que ahora experimentan temperaturas extremas y condiciones inhóspitas.
Junto al ámbar, los investigadores encontraron fósiles de raíces, polen y esporas que ayudan a reconstruir este ecosistema prehistórico. Según el geólogo marino Johann Klages, del Instituto Alfred Wegener en Alemania, estos descubrimientos ofrecen un “viaje al pasado” al permitirnos visualizar cómo funcionaban estos antiguos hábitats forestales.
Uno de los aspectos más fascinantes de este hallazgo es cómo estos árboles lograron sobrevivir en un entorno donde la luz solar desaparecía durante meses en los inviernos polares. A pesar de esta oscuridad prolongada, las coníferas continuaron prosperando, adaptándose posiblemente con largos periodos de inactividad.
Los investigadores también encontraron evidencia de frecuentes incendios forestales en la región, un fenómeno registrado en depósitos volcánicos cercanos. Esto sugiere que el ecosistema no solo era capaz de regenerarse tras estas perturbaciones, sino que también se beneficiaba de las condiciones húmedas que favorecían la rápida preservación de la resina en forma de ámbar.
El ámbar: una ventana a un pasado perdido
El ámbar hallado es diminuto, con láminas que van de 0,5 a 1 milímetro de tamaño, y varía en colores entre amarillo y naranja. Presenta fracturas festoneadas, características típicas de la resina que fluye para proteger a los árboles de daños, ya sea por incendios o ataques de insectos. Según los investigadores, es probable que estos pequeños trozos de resina se hayan preservado gracias a la rápida cobertura de agua, que protegió al ámbar de la radiación ultravioleta y la oxidación.
Este descubrimiento no solo confirma la existencia de árboles productores de resina en la Antártida, sino que también sugiere que algunas muestras de ámbar podrían contener restos de corteza e incluso inclusiones biológicas, como insectos fosilizados, algo que el equipo de investigación espera analizar más a fondo.
La existencia de una selva tropical en la Antártida durante el Cretácico no es un fenómeno aislado. Hace cientos de millones de años, cuando la Tierra albergaba el supercontinente Gondwana, la Antártida estaba conectada con lo que ahora son Australia y Sudamérica. Este vasto continente compartía un clima que permitió el desarrollo de densos bosques en todas sus regiones.
Con el tiempo, la deriva continental separó a la Antártida, llevándola a su posición actual cerca del Polo Sur. Lo que ocurrió con sus ecosistemas durante este proceso ha sido durante mucho tiempo un misterio, pero descubrimientos como el de Klages y su equipo arrojan luz sobre esta era perdida.
Nuevas preguntas y descubrimientos
El hallazgo de ámbar en la Antártida plantea tantas preguntas como respuestas. ¿Qué tipo de vida habitaba este antiguo bosque? ¿Cómo se adaptaron las plantas y los animales a las condiciones extremas? ¿Qué papel jugaron los incendios forestales en la dinámica de estos ecosistemas?
Los científicos esperan que futuros análisis del ámbar y otros fósiles proporcionen más detalles sobre la biodiversidad y el funcionamiento de estos bosques tropicales polares. Este estudio, publicado en Antarctic Research, es solo el comienzo de una exploración más profunda en los misterios del pasado remoto de la Antártida.
A medida que estas piezas del rompecabezas prehistórico encajan, queda claro que el continente más frío de la Tierra alguna vez albergó un mundo vibrante y lleno de vida, muy alejado de su actual desierto helado.
Referencia:
- Artantic Science/First discovery of Antarctic amber. Link.
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